Cuando una persona decide contratar un servicio de cable, primeramente averigua cuáles son sus posibilidades de elección.. Acepta el contrato y santas pascuas, aunque tenga que suprimir unos cuantos para no perder el tiempo haciendo zapping donde no le interesa.
Pero si esa compañía de cable decide unilateralmente suprimir algunos de los mejores, vulnera los derechos de los abonados, sin dar derecho a reposición de los mismos.
Los canales suprimidos han sido Deutsche Welle, el canal que transmite sus programas en alemán, castellano e inglés, grabándolos directamente en el idioma correspondiente, sin subtítulos. Entre sus programas más interesantes, figura Cuadriga, enfocando la actualidad a través de la mirada de periodistas de varios países.
Otro de los suprimidos es el excelente TV5, el canal francés cuya programación es en francés y español. Es suyo el programa más destacado que he visto alguna vez: “Des racines et des ailes” un extenso documental sobre temas interesantísimos.
El tercer canal perdido es el italiano.
Si se trataba de eliminar canales extranjeros, bien podrían haberlo hecho con alguno de los dos canales españoles, los que, además de larga programación de noticias de España, nos brinda una serie de chocantes entrevistas y chismografía localista que poco y nada puede interesar a los chilenos.
Proliferan los canales argentinos, muy localistas. Mención aparte es “Film & Arts”, dedicado a buenas y regulares películas y amplia difusión de música y ballet; su único problema es la repetición de programas.
Provoca una sensación desolada mirar la programación actual. Todo proviene de Estados Unidos hasta la saturación. Nada hay que permita recrearse y salir de la rutina diaria de pésimas películas de violencia y vulgares comedias de humor chabacano. Se opta por apagar el aparato para no presenciar tanta basura.
Se ha dicho que los canales retirados tenían poca audiencia. Sospecho que nada habían hecho los distribuidores para incluirlos en su programación diaria, ni menos destacar su excelencia.
La compañía VTR dice que se puede usar un determinado adminículo para ver aquellos canales, pero sólo sirve para un televisor y se hace un cobro mensual de $ 1,900.
Una trampa para el cliente, a quien no le queda otro remedio que trasladarse de servicio, con todos los inconvenientes que eso significa: que la actual compañía siga cobrando un servicio inexistente y la nueva – todas cortadas por la misma tijera – demore más de 30 días en acoger la orden de instalación. Lo digo porque eso me ha ocurrido antes.
Creo que ante este situación, debe intervenir el organismo dedicado a proteger los derechos del consumidor.