martes, 27 de mayo de 2008

Silencio acusador




Leí con atención el escrito de una compañera que destacaba su molestia por el diario ataque del ruido excesivo que acompaña las actividades diarias y el necesario descanso que debe procurar el silencio, aunque este no sea absoluto, sino que permita captar los sonidos gratos de la naturaleza como el zumbido del viento y el canto de los grillos.
Eso me recuerda el trabajo de los días sábado en la lejana oficina. Lo dedicaba a la revisión de facturas, labor tediosa en extremo, pues debía confrontarla con las órdenes de compra, y las guías de despacho. El recinto estaba silencioso y tal silencio se hacía insoportable. ¿Razones? El simple hecho de estar metida en semejante revisión en un sábado que debía destinarse a otras labores tediosas que eran así postergadas: las domésticas. Para evitar sentirme atacada por la desesperación, recurría a la música, mientras más estruendosa, mejor, ya que sacaba el ánimo a pasear por sobre la sufrida funcionaria que tecleaba incansablemente en la calculadora. Si no hubiera tenido la posibilidad de aturdir el oído con el escape musical, no habría soportado el trabajito.
Toda labor repetitiva, que no ocupa totalmente las posibilidades de atención, necesita de una muleta para no volverse chiflado. Quizá sólo evite centrarse en uno mismo y en las preguntas fundamentales pues puede ser la peor de las compañías, a menos que la salud mental brille como nueva.
¿Alguien está en condiciones de bajar el volumen a cero?

domingo, 25 de mayo de 2008

Conmemoración

Tuve una invitación a conmemorar el centenario del nacimiento del presidente Salvador Allende, ayer sábado.
Finalmente no fui. Me pregunto las razones, aparte de las pocas ganas de salir en la tarde nublada a un barrio poco conocido. Hay varias. Una, que habrá muchas más pues la fecha real es en junio. Otra, es la bobina que se comienza a desenrollar a partir de tal conmemoración.


Había seguido con interés su carrera política y había votado por él desde que obtuve el derecho ¡por fin! a los 21 años. Pero no estaba preparada para su triunfo el 70. Atravesé la Alameda enfervorizada aquella noche del día de elecciones. Parecía el ensayo general de una obra que no llegaría al estreno. Escuché los discursos, tratando de coger al vuelo el optimismo, que llegaba a emocionar. A pesar de todo, parecía imposible que fuera un gobierno normal, imposible que no hubiera atentados, que no resultara interrumpido sea como fuere. Los intereses económicos no lo dejarían seguir adelante.
Durante su corto gobierno, hubo momentos en que las esperanzas se hacían realidad, habían caído las barreras de la censura, se hacían menos notorias las diferencias de clase, el país se sentía más propio que nunca.
Sin embargo, creo que el presidente conocía de antemano su final. Habiendo comenzado la obra no quedaba más que llevarla a cabo de la mejor manera. Hubo momentos muy amargos cerca del desastre. Se hablaba abiertamente del golpe que se tenía por seguro, que se esperaba de un momento a otro. Y, siguiendo las enseñanzas religiosas que demasiados llevamos grabadas a fuego en los archivos internos, todos cargamos la culpa de todo lo que ocurrió. Y esa conmemoración abre la herida que está a medio curar y no habrá ya justicia que llegue a cerrarla.

domingo, 18 de mayo de 2008

Hablando de teatro





Vi en televisión, parte de un programa dedicado al Teatro Ictus. Escuché a Gustavo Meza hablando del teatro de los tiempos en que estudiaba en la Escuela de la U. de Chile, de todos los nombres que citaba se desprendían imágenes fugaces, conversaciones de la gente de teatro que conocí. Estaba presente también, entre otros, Egon Wolff. Impresiona

escuchar su voz, esa tan calmada, melódica y bien modulada, algo vacilante ahora. Era el mismo joven alto y corpulento, que salió a saludar en el estreno de su primera obra, tan diferente de los actores, sobrepasando a todos por, al menos, una cabeza.

Nombraron a direc

tores y actores notables, recordaba también sus apodos, las anécdotas, los chascarros. Citaron las compañías extranjeras que habían actuado en el Municipal. Lamenté no tener con quien comentar algo. El paso del tiempo nos va dejando aislados. ¿Será por eso que ya no voy al cine? Es la soledad que pasa la cuenta. ¿Y a cuento de qué lo cuento?

viernes, 16 de mayo de 2008




Tijera de podar en mano, tuve un momento de duda. La hiedra sobre el muro tiene hojas muy grandes e impide el paso de la luminaria esclarecedora de conciencias, pero podarla le dejaría el campo libre ¡otra vez! a los graffiteros. De manera que corté un par de hojas y preferí la actitud conservadora. Esas marcas tribales, esos egos inflados dejan la ciudad hecha un desastre y no estaba dispuesta a dejarles tan promisorio espacio.También he contribuido a dejar marcas, pero fugaces, inocentes, sólo para imprimir una fotografía. Hay algo decididamente tentador en las piedras de una playa. No para lanzarlas a algo o a alguien, sino para cambiar el orden en que están dispuestas en el suelo.Se puede escribir palabras con ellas, formar figuras, dejar mensajes. Al ver los mandalas de Shira Franklin, recordé ese híbrido de pato de zancas largas dejado como marca territorial en una playa de La Serena.

jueves, 15 de mayo de 2008

Dónde estoy?

Bueno, me ocurre como a a Aby. Dónde estoy? es una sensación extraña no saber uno donde se encuentra. Me he hecho un lío con los blog de Antonia. Uno es el Café de la Esquina, y el otro? En cual estoy? Por qué esto no funciona simple como el Mozart? Que uno abre comunidades y escribe.
En fin si esto es un Café, donde está la barra, el piano, las bellas camareras.
Explicamelo tía querida! Si sabes que por ti yo voy hasta al infierno. Que desciendo los siete círculos para seguirte.
Pero no me dejes en este limbo . Un beso.v Galvarino o Fridolin o...ya no lo sé. Quién soy?

domingo, 11 de mayo de 2008

Desconcertada

como perro en cancha de bochas...recién escribí pero no salió. Ahora despues de jugar un poco, me aparece este espacio para escribir sólo que no se donde lo estoy haciendo. adieu...