domingo, 24 de febrero de 2013

viernes, 22 de febrero de 2013

PELOS Y SEÑALES


El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos expresaba Neruda en su Walking around y agregaría que el ruido que producen me eriza los pelos.

Acabo de regresar de una, para una poda urgente, ya que las mechas metiéndose en los ojos habían llegado a ser exasperantes. Entré en un pasaje de mi remota comuna donde había varias, todas iguales y provistas de televisor funcionando para solaz de las peluqueras, supongo, para no aburrirse cuando escasean los clientes.  Algunas de ellas estaban sentadas a la puerta, para captar a los indecisos. Entré en una al azar, y me olvidé por completo de que conviene fijarse en el peinado que llevan, para figurarse lo que a una le espera. Me sometí al procedimiento, luego de mirar un par de revistas, sin poder asociar para nada los peinados exhibidos con mi realidad.

- Lo mismo, pero más corto.

No pude sustraerme al televisor; al parecer retransmitía algún festival. La musiquita ramplona, y comentarios varios, más la intervención de algún humorista de turno hacían aflorar lo dicho y redicho sobre el asunto farandulero que no me preocupaba porque, aparte de los canales de noticias, no los veo jamás. Pero ahora estuve sumergida en medio de todo el ambiente procaz que inunda las programaciones sin lograr sustraerme al ruido, condimentado con las opiniones de los televidentes de la peluquería. El ambiente, acentuado por los olores originados por las tinturas de pelo, los diseños chillones de los artefactos, las enredaderas y flores artificiales que llenaban el espacio y el sonido de fondo, hacía esperar con ansiedad que el asunto finalizara lo antes posible.

Al terminar, miré con detención el aspecto de la chica que me atendía. No importa, ya me crecerá.


domingo, 17 de febrero de 2013