miércoles, 31 de octubre de 2007

Hay historias que se esconden tras una densa niebla por años y años y aparecen súbitamente al conjuro de unas palabras o una imagen que las evoca.Don José Wenceslao, quien vivió por muchos años en el barrio, contaba que en la esquina ésa, había un sótano con una escala que llegaba hasta un río subterráneo ¿serían las alcantarillas?, Posiblemente. También decía que bajo la extensa superficie bajo tierra, se habían encontrado huesos humanos viejísimos y restos de construcciones anteriores.Bueno, no estamos en una ciudad tan antigua y aquellas construcciones serían seguramente de adobes y no es muy probable que quedara mucho de ellas. Sin embargo, a la edad que escuchaba esa historia, imaginaba una ciudad enterrada por siglos, cuerpos asesinados ocultos impunemente donde nadie se aventuraría jamás, porque se trataba de una casa de familia y los secretos guardados no saldrían a la luz. Además, había túneles que conectaban ese lugar con otras casas antiguas del sector, lo cual no era conocido por sus habitantes, sino por escasas personas. Con el tiempo, el paso había sido tapiado con ladrillos y cemento y no quedaba nadie vivo que los hubiera conocido alguna vez. Cuando el barrio todo sea demolido para levantar nuevas torres es posible que aparezca lo oculto, se liberen los hongos contenidos por centenares de años en los viejos cuerpos y contaminen los conductos de las nuevas construcciones, esparciendo su hálito de muerte, envenenando las nuevas vidas como venganza postmortem de los que esperan justicia.Y todo esto sale del teclado porque es la noche de Halloween, afuera aúlla un perro, lo que me decide a abrir la bolsa de caramelos. ¿Alguien quiere uno?

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