Duermen plácidamente, estirándose a sus anchas, gozando de
la alfombra de pasto y la brisa leve que circula entre los árboles. Cuando les
molesta el sol, se incorporan sin prisa, reinstalándose en otro lugar a la sombra.
Gozan del verano sin preocuparse de la gran cantidad de niños que se ejercitan
en grupos antes de meterse a la piscina, ni de los ancianos que siguen las
instrucciones de un monitor de tai chi o de una instructora de gimnasia. Éstos
tienen que preocuparse de observar constantemente el suelo antes de moverse, cuidándose
de no tropezar con ellos ni pisar con los pies desnudos alguno de los desechos perrunos yacentes en cualquier
parte. Sin embargo, no está permitido el ingreso de ningún can acompañado de su
amo. Comprendemos que eso podría molestar a los perros dueños de casa y
originarse peleas por posesión de territorio.
No se trata de discriminar a los perros municipales que
gozan de tales franquicias, sino propondría que se designara un recinto
exclusivo y convenientemente cercado para ellos, en el horario de la piscina
destinado al uso de humanos.
Eso contribuiría a la limpieza del lugar y evitaría que, por
un descuido involuntario, alguien pise o tropiece con un perro, que podría
reacciones instintivamente mordiendo al agresor involuntario.
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