Un papel escrito hace tiempo se pegó al muro en un día de lluvia y se agita con la brisa de la noche, a punto de salir disparado calle abajo. Lo despego, lo releo y lo vuelvo a pegar aquí:
El paseante
La Casa de la Luna Azul
brilla en ausencia
ya no se lo pasa Miguel Aníbal
pintando mamarrachos
lo vieron exponer en un bar
de la orilla izquierda del Sena.
Ya no recorre Benedictus
espantando almas en pena
por calle Merced
Aquella torre de la iniquidad
donde se morían de hambre
pero no de sed
tantos moradores
ahora es el Chileno Francés
se cobra por pisada.
En la Plaza del Mulato Gil
todavía se encuentran dos viejos escritores
planeando venganzas
Lihn, Cid, el Rupe y tantos otros
ya dejaron el barrio.
Don José Wenceslao
insigne rastreador de libros
ilustre protector de animales
deambula por Rosal
los toques de su bastón Howell made in England
parecen resonar en la noche
el perro vagabundo lo percibe con su tercer ojo
y mueve la cola
a la sombra que pasa.
1 comentario:
Tras releer, debo rectificar con pena que uno de los "viejos escritores" también se ha ido.
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